Pediatra de una vieja escuela.
Pablo Picasso Maternidad (1901)
Práctica de la lactancia
Desde los albores de la humanidad las madres han sido fuente de amor y alimento para sus hijos. La lactancia materna favorece de un modo extraordinario el vínculo madre-hijo brindando al mismo tiempo beneficios para cada uno de los miembros del núcleo familiar.
Pese a que la lactancia es un proceso biológico con un gran componente instintivo, no cabe duda que en nuestra cultura, por diversas razones que sería largo enumerar, ella a perdido mucha de su espontaneidad y es necesario entregar a las madres todo el apoyo necesario para que tengan éxito en su tarea. Esto es particularmente válido en las madres primerizas.
Los siguientes notas persiguen entregar información práctica en beneficio de aquellas madres que desean entregar a sus hijos su propia leche.
Requisitos básicos para un buen amamantamiento
- Buena disposición y confianza de la madre en su capacidad de lactar.
- Favorecer el contacto entre la madre y su bebé en forma precoz en el parto (apego).
- Intentar la succión del recién nacido en el período de apego.
- Permitir las mamadas posteriores con horario y duración flexibles.
- Usar una técnica de lactancia adecuada.
Fisiología de la lactancia
El primer concepto que conviene tener presente en lactancia es considerar las características de ella en diferentes mamíferos. De ese modo es fácil darse cuenta como, a través de un largo y exitoso proceso evolutivo, ella se ha ido adaptando a los requerimientos de las diversas especies en relación a madurez del recién nacido, número de crías, necesidad de estímulo sensorial, velocidad de crecimiento del hijo, edad de destete etc. Así, la succión está adecuada a la manera de criar, composición de la leche y aparato secretor, siendo instintiva en las especies de menor desarrollo. En las más evolucionadas el aspecto instintivo está aunado a una conducta aprendida.
El ser humano, a pesar de tener un período gestacional largo, es inmaduro al nacer. Se estima con buenas razones que debemos considerarnos mamíferos con un período gestacional de 18 meses. Esto es dependemos 9 meses de la placenta y otros 9 meses del seno materno, lo que permite completar madurez.
La composición de la leche está en relación con la velocidad de crecimiento de la cría: a mayor velocidad mayor concentración de proteínas y grasas. Los humanos tenemos crecimiento lento, lo que favorece el acopio de experiencias neuro sensoriales, y la leche es relativamente baja en proteínas. Es interesante señalar aquí que las especies con patrón bajo de proteínas en la leche tienen tendencia a mamadas más frecuentes.
La glándula mamaria produce la secreción láctea fundamentalmente en respuesta al estímulo de succión del recién nacido. El pezón y la aréola están ricamente inervados y su estimulación desencadena reflejos neuro-hormonales que favorecen la producción y liberación de la leche.
Durante el embarazo estos mecanismos están frenados por factores placentarios, los que desaparecen luego del alumbramiento. Del mismo modo son inhibidos por el dolor y la ansiedad. En cambio, son favorecidos por la tranquilidad y bienestar de la madre.
Luego del nacimiento la mama libera calostro. Esta es una leche, si bien escasa en volumen, rica en minerales, células y proteínas con capacidad de proteger al niño de infecciones y perfectamente adecuada para la nutrición inicial del pequeño. A medida que pasan las horas esta primera secreción va cambiando a las características de leche más madura. Este cambio se acompaña de un aumento del volumen de producción de leche, generalmente hacia el tercer día post parto.
La producción de leche por la glándula mamaria es un proceso regulado por el niño, en el sentido que va a depender de los estímulos que desencadena la succión del pezón. Si el pequeño tiene un mayor requerimiento de lo que tiene disponible la madre en ese momento, va a prolongar la succión tanto en frecuencia como en duración. Si logra esto la respuesta de la glándula será inevitablemente el aumento de la producción láctea, llegando a una situación de equilibrio.
Es necesario además tener siempre presente que la leche de su madre es el mejor alimento para un recién nacido y que ella cubre absolutamente todas sus necesidades, por lo menos durante los primeros seis meses de vida.
Técnica de lactancia
Es claro que el éxito de la lactancia depende de una adecuada técnica de amamantamiento, por lo que la revisaremos.
Posición de la madre y el niño
La madre al lactar puede estar sentada o acostada.
La elección de la posición depende de las preferencias de la madre y su hijo, y se favorecerá la que sea más cómoda y eficiente para ambos.
En general conviene apoyar al niño en el brazo del lado que va a mamar de modo que la cabeza quede en el pliegue del codo y la mano de la madre lo afirme en la región glútea.
Cualquiera sea la posición de la madre, lo más importante es que el niño quede con su boca de frente a la altura del pecho, sin tener que girar, extender o flectar demasiado el cuello para lograrlo. Se recomienda que exista concordancia entre el pecho y abdomen de la madre con el de su hijo.
Forma de ofrecer el pecho
La regla es que la boca del niño se acerca al pecho y no el pecho al niño.
Una vez que el niño está ubicado en la posición de amamantar, la madre debe ayudarlo para lograr un buen acoplamiento boca-pezón.
Para esto debe tomar el pecho con la mano en forma de C, por detrás de la aréola. Esto significa el pulgar por arriba y los otros dedos por abajo del pecho. Con el pezón se estimula el labio inferior para que el niño abra la boca.
En ese momento se atrae la cabeza del niño hacia el pecho cuidando que el pezón y aréola entren en la boca.
La punta de la nariz y el mentón deben quedar en contacto con la mama.
Acoplamiento de la boca del hijo al pezón de la madre
Tanto el labio inferior como el superior deben estar evertidos para adosar en todo el contorno de la aréola. Ambos labios forman un cinturón muscular que cuando el niño succiona hacen un micro masaje en la zona de los senos lactíferos.
A su vez la lengua se debe proyectar hacia adelante sobre la encía inferior. Con su porción anterior envuelve al pezón y parte de la aréola y lo presiona contra la encía superior y el paladar. En este período la lengua se mantiene en la misma posición para succionar, deglutir y respirar.
Por otra parte el pezón y la aréola, en respuesta a estos procesos, van a formar un cono cuyo vértice se ubica en el límite del paladar duro. Si el niño chupa sólo el pezón no hará una extracción eficiente y podría provocar grietas y fisuras del pecho.
La aréola debe entrar lo suficiente en la boca del niño como para permitir que los senos lactíferos, ubicados por debajo de ella, sean masajeados por la lengua, el labio y el movimiento mandibular en la parte inferior y por la encía maxilar y el labio en la parte superior.
La suma de todos estos factores representa la estimulación adecuada del pecho que desencadena el reflejo de eyección y mantiene la producción de leche.
Duración de la mamada
No es necesario limitar en tiempo la duración de la mamada, por lo que habitualmente es el propio niño quien suelta el pecho.
De este modo el niño recibe tanto la leche inicial, rica en lactosa y agua, como la del final que es de mayor concentración y contenido de grasa. En las primeras semanas la segunda leche empieza a fluir después de aproximadamente 7 minutos. Es por este motivo que las mamadas se deben prolongar al menos por quince minutos por lado, vaciando siempre un pecho antes de ofrecer el otro. No es necesario que el niño siempre mame de ambos pechos en cada alimentación. Se recomienda ir alternando el pecho de inicio de cada alimentación.
Se ha visto que existen grandes diferencias entre la forma de mamar de distintos niños y los mejores resultados se obtienen cuando la madre va estableciendo con su hijo una relación tranquila y satisfactoria durante la mamada .
En caso que se deba interrumpir la succión conviene romper el vacío succional de la boca separando los labios con el dedo meñique en la comisura e introduciéndolo entre las encías. Sólo entonces se retira el pezón suavemente.
Frecuencia de las mamadas
En un proceso normal, es el niño el que regula la frecuencia de las alimentaciones de acuerdo a la necesidad que tiene de recibir alimento y de hidratarse. (Régimen de libre demanda)
Durante las primeras semanas, mientras se ajusta el proceso de producción de leche a los requerimientos del niño, la madre tendrá que amamantar cada 2 a 3 horas. Puede además tomar la iniciativa de dar pecho cuando sienta los pechos demasiado llenos.
En algunos casos hay niños demasiado tranquilos o hipotónicos, también niños prematuros, que duermen por períodos demasiado largos. Si el niño en las primeras semanas duerme por más de tres a cuatro horas, la madre debe despertarlo para dar pecho.
El caso contrario, aquel niño que inicialmente presenta una demanda muy frecuente, (cada 1 1/2 hora o menos), generalmente representa un problema de la técnica de lactancia. Por este motivo el niño no extrae leche suficiente. Ante esta situación hay que supervisar y mejorar la técnica de mamada.
Con respecto a la mamada nocturna, se recomienda favorecerla ya que durante la noche se produce mayor secreción de prolactina. De este modo se incrementa la producción de leche y la mantención de la amenorrea e infertilidad pos parto. Estudios recientes señalan además que la leche nocturna tiene mayor contenido graso.
Importancia del vaciamiento de los pechos
La glándula mamaria posee un mecanismo de autocontrol de la producción de leche para evitar que se dañen las células del epitelio secretor por un exceso de presión intra alveolar.
Si la leche no es removida, la glándula produce una sustancia que inhibe el proceso de síntesis celular y, si esta situación persiste, puede llevar al cese total de la producción.
El vaciamiento de los pechos es indispensable para mantener en ellos la producción de leche. No es preciso remover toda la leche de ambos pechos en cada mamada, lo que habitualmente el niño no logra, si no más bien lograr el máximo vaciamiento de uno de ellos en forma alternada en cada toma.
Cuidados del pezón
Al lograr una adecuada técnica de acoplamiento boca-pezón este ˙último no debe presentar mayores problemas y no va a requerir cuidados engorrosos por parte de la madre.
Se sabe que el uso de pomadas y sustancias irritantes como por ejemplo el alcohol o jabones, no son necesarias e incluso pueden ser causa de problemas al contribuir a macerar la piel.
En la inmensa mayoría de los casos basta con aseo de los pezones con agua pura y al finalizar la mamada extraer unas gotas de la propia leche para esparcirlas sobre el pezón dejándolas secar al aire.
Si el niño es amamantado correctamente
- Genera la producción de leche en la glándula mamaria a través de la succión en la aréola y el pezón.
- Extrae la leche suficiente en calidad y cantidad para satisfacer su hambre y su necesidad de chupar.
- Satisface sus requerimientos nutricionales con un mínimo desgaste metabólico.
- No provoca molestias en la madre y ella siente real satisfacción al alimentarlo.
- Se logra una perfecta integración madre e hijo con plena armonía psico-emocional de ambos.
Consideraciones finales
A la luz de estos principios, basados en la sólida experiencia de madres y profesionales dedicados con éxito a la lactancia, parece conveniente tener presente algunas consideraciones.
1) Prácticamente toda mujer es capaz de alimentar al pecho a su hijo. El fracaso debido a una falla primaria de la producción de leche es excepcional. Sin embargo la falta de confianza o actitudes inadecuadas tanto de ella como de las personas que la rodean, incluido personal de salud, son por lejos los principales motivos de fracaso.
2) Lograr una técnica adecuada de acoplamiento boca-pezón es requisito fundamental en el éxito de la lactancia y es más fácil de obtener en los primeros momentos post parto cuando tanto la madre como su hijo están bien predispuestos para ello.
Por una parte el pecho está aún con la secreción inhibida lo que facilita la succión por el niño tanto de pezón como aréola. A su vez el bebé, dentro de las primeras 6 horas horas posteriores al nacimiento, está en un estado de mayor reactividad neurológica por lo que se facilita la succión.
En este primer período de la lactancia, también llamado del calostro, debemos evitar cualquier elemento extraño de succión, que eventualmente puede interferir con el establecimiento de un acoplamiento correcto boca-pezón.
3) Debemos considerar que la producción de leche por la glándula mamaria está regulada por el niño. Por este motivo parece de Perogrullo que hay que facilitar el acceso del niño a mamar en todo momento y con la frecuencia y duración que requiera en los primeros días de vida, que es justamente cuando se están iniciando delicados procesos neuro-hormonales de estímulo de la lactancia.
La madre debe tener un clima de apoyo en su deseo de lactar y lograr la tranquilidad necesaria teniendo claras las bases del proceso que hemos delineado anteriormente.
4) Muchas veces existe preocupación en relación a la lactancia basada en la demanda del niño. Se teme que esto sea motivo de excesivo agotamiento materno e incluso de fomentar en el niño características abusivas en relación a sus padres y poca capacidad de enfrentar las exigencias de la vida moderna. Ante estas observaciones se debe tener clara la fisiología de la lactancia sobretodo en la fase de inicio (primeros quince días).
Posterior a eso y cuando el control pediátrico ha sido satisfactorio, es más fácil ir logrando establecer mayor orden en las mamadas, lo que dependerá de las características de los padres y su propio enfoque de la disciplina infantil.
Si, en base a estas sencillas recomendaciones, una madre siente que se le ha facilitado la hermosa tarea de alimentar a su hijo, nos sentiremos absolutamente satisfechos.
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