Pediatra de una vieja escuela.
EL RECIEN NACIDO
Al nacer el niño se ve expuesto a una asombrosa cantidad de estímulos, tanto externos como imágenes, sonidos, gustos y olores así como también sensaciones corporales.
Realmente no sabemos como el recién nacido se enfrenta a este mundo, o la medida en que es capaz de organizar esas complejas secuencias de estímulos en un cuadro coherente del entorno. Si nace en una gestación de término, sabemos que dispone de sus habilidades sensoriales básicas bastante adecuadas.
Es capaz de ver pero su visión está comprometida en la acomodación. Esto significa que tiene una distancia de visión óptima más bien restringida: aprecia mejor los objetos situados a 25 a 30 cm. Esto curiosamente es la distancia a la que queda la cara de su madre mientras lo alimenta al pecho. Cuando esta distancia se alarga o acerca pierde el enfoque.
Es capaz de oler y existen experiencias que han demostrado que en forma muy precoz prefiere sentir el olor de su madre.
Su oído y sentido del gusto también están presentes al nacer.
Del mismo modo existe también un torrente de información proveniente de su propio cuerpo como ser sensación de desequilibrio o caída, hambre, frío o calor que igualmente deberá aprender a distinguir y manejar.
Una de las tareas más hermosas de los nuevos padres será ir integrándolo a la familia y al mundo. Para esto es de fundamental importancia ir conociendo al niño, ya que cada niño es diferente, e ir adaptándolo o mejor dicho adaptándose juntos a las nuevas condiciones familiares que significan su nacimiento. Para esto no existe ninguna fórmula mágica y son los propios padres los que tienen que ir definiendo sus conductas con respecto a su hijo, teniendo claro que cada niño es diferente, incluso a sus hermanos. La mejor guía es el cariño e ir aprendiendo juntos.
Con la idea de en alguna manera facilitar esta labor he resumido algunas nociones sobre procesos normales del niño y eventuales pautas de conducta. Estas están basadas en diversas fuentes y mi propia experiencia. Espero que se consideren guías de ayuda que pueden y deben ser adaptadas por los padres a su situación particular.
ESTADOS DE CONCIENCIA
Es interesante destacar que ya el feto presenta estados de actividad y reposo que son cíclicos y se integran con la actividad de la madre, aunque en forma invertida. Esto es cuando la madre está activa el feto generalmente descansa y se activa con el reposo materno.
Después del nacimiento esto se mantiene y se va organizando en ciclos de conciencia que van del sueño a la completa vigilia en períodos de 2 a 4 horas. Es importante para los padres conocerlo en estas distintas etapas y aprender como reacciona al pasar de uno a otro. Desde hace algunos años se han definido estos estados de conciencia en las siguientes etapas :
1) Sueño profundo.- En este estado protegido el niño se puede aislar del medio. Respira en forma profunda y regular. Mantiene los ojos firmemente cerrados y no se mueve. Si lo llega a hacer serán movimientos casi imperceptibles y de corta duración. Las cualidades autoprotectoras de este estado se reflejan en su postura encogida, con las manos cerca de la boca, aislándose del mundo.
2) Sueño superficial o MOR ( movimientos oculares rápidos, en inglés REM).-
Aquí la respiración es más rápida e irregular. De vez en cuando hace succión con o sin un dedo en la boca. Ocasionalmente hace movimientos como si se retorciera. Puede presentar sobresaltos. En este estado es más susceptible a las influencias externas. Cuando se le despierte estará somnoliento e inquieto o tratará de volver a dormir.
3) Estado indefinido.- Esta etapa de corta duración ocurre cuando está despertando o iniciando el sueño. Durante etapa se retuerce o se mueve espasmódicamente. Abre los ojos lentamente y los cierra de nuevo adormilado. Puede llorar o gemir pero con poca intensidad. Trata con frecuencia de acomodarse acurrucado pero sus propios movimientos repentinos y descontrolados se lo impiden. Parece desorganizado y en su carita fruncida se traslucen los esfuerzos que hace para pasar a un estado más estable sea el sueño o la vigilia.
4) Vigilia atenta.- Con su cara iluminada y los ojitos bien abiertos demuestra su plena receptividad. Los movimientos son suaves y pueden incluso lograr un propio, sosiego como ser llevando su mano a la boca. Su respiración se ajusta al estímulo. Su disposición a responder se aprecia en su cara y en todo su cuerpo cuando presta atención a un rostro conocido o un sonido interesante. Los padres buscan y lo ayudan a prolongar este estado de vigilia pues es ahí cuando logran la mayor comunicación y estimulación del niño. Sin embargo los padres atentos aprenden rápido cuando las señales significan "basta" cuando está cansado o "aquí estoy" si se siente relegado.
5) Vigilia inquieta.- Con frecuencia este estado sigue al precedente. Los movimientos se vuelven espasmódicos y la respiración irregular. Se aleja del estímulo inquieto y gime de vez en cuando. Hace infructuosos esfuerzos por controlarse. Se revuelve en la cuna y su cara refleja sentimientos de incomodidad. En este estado no puede controlar sus movimientos y su capacidad para tolerar estímulos tanto externos como de su propio cuerpo es nula. Ayudarle a calmarse es un premio para los padres aunque es posible que entre en un estado de llanto incontrolable, que los llenará de zozobra.
6) Llanto.- Existen varios tipos de llanto que con la experiencia, principalmente de la madre, los padres pueden ir conociendo. Los movimientos serán bruscos, pero ligeramente organizados a pesar de su constante actividad. Puede calmarse brevemente, como si escuchara para enseguida reiniciar al llanto con renovados bríos. Lo más probable es que se calme cuando alguien lo tome en brazos, lo meza o lo alimente. Este estado cumple importantes funciones en el niño y requiere la atención de los padres pero estos no deben desesperarse ya que con paciencia y calma aprenderán la mejor manera de consolarlo.
Recomendación :
Los padres deben aprender a reconocer estos estados en su niño. Se sabe que el modo en que cada niño pasa de uno a otro es absolutamente individual y está determinado por su temperamento. De ese modo los padres pueden predecir las mejores conductas ante el paso de cada uno de estos estados e ir ayudando al niño a organizarlos en ciclos de comportamiento.
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